Cuando todo marcha como la seda, las empresas están ganando más dinero cada año y los mercados están subiendo como la espuma, la compra de acciones es fácil. El inversor se siente bien al añadir posiciones a su cartera, y suele ser recompensado por un aumento del dividendo y/o un aumento significativo del precio de las acciones en el transcurso del rally. Ésta que vivimos no es una de esas épocas.
Creo que la mayoría estaría de acuerdo en que estos dos últimos años han sido muy movidos para los pequeños inversores en bolsa. Durante los buenos tiempos se podría pensar que la dramática situación actual sería un gran momento para comprar acciones e incluso se podría desear un desplome del mercado. Sin embargo, lo que estamos experimentando ahora y viendo todos los días, es que no les resulta tan fácil, sobre todo, a la hora de elegir acciones individuales.
Las caídas son drásticas y los problemas son reales. Las empresas están reduciendo los dividendos. Nadie quiere comprar una acción sólo para verla bajar el 20% en el siguiente mes. Nadie quiere comprar una acción y ver que la empresa redujo su dividendo tras la compra. A nadie le resulta fácil comprar cuando el grueso de los analistas apuesta por más bajadas, más suelos, más…
Si hay algo que los inversores podemos sacar en claro, independientemente de que tengamos el valor de comprar o no, es recordar esta difícil época y añadirla a nuestro disco duro de la experiencia, y que cuando dentro de 10 años caigamos en otra crisis bursátil y salga el primer listo diciendo «esta vez es diferente», dejemos que sea el rebaño el que lo siga, y tiremos nosotros por el camino menos transitado, el que siempre lleva al éxito.
Muy buen post Antonio. A veces hay que hacer introspeccion en uno mismo para ver que esta haciendo mal una y otra vez.
Leido. Nada que añadir, pues quizas lo fastidiaria.
saludos
Estoy de acuerdo en que la experiencia es un grado…El problema es que en determinados campos (ciencias sociales y finanzas en particular) es difícil (o tal vez imposible) predecir la evolución de los acontecimientos futuros. El hecho de que una cosa se haya comportado en el pasado de una forma concreta (incluso de forma repetida) no quiere decir necesariamente que en el futuro se comporte del mismo modo. Reconozco que esta idea está influenciada por el último libro que he leído («El cisne negro» de Nassim Nicholas Taleb). Tal vez muchos de vosotros ya lo conoceis pero para mi ha sido todo un descubrimiento.