La frugalidad es un concepto que no suele tener buena fama en el seno de nuestra sociedad occidental, marcada por una tendencia radicalmente consumista y derrochadora. Por mucho que nos quieran convencer ahora las altas esferas de que ser frugal es, en este momento, una responsabilidad, en realidad lo que conviene a los mandamases del cotarro es que les arreglemos la vida consumiendo cuanto más mejor.
No se trata de ser agarrado ni de no disfrutar de las comodidades o los pequeños lujos que nos queramos dar, sino de comprobar qué nivel de despreocupación tenemos ante el agujero negro de las fugas inútiles de capital:
– ¿Intentas vivir en una casa energéticamente eficiente? ¿Apagas luces que no son usadas o desconectas equipos y transformadores que duermen en standby?
– ¿Comes fuera asiduamente por no tener tu nevera y tu despensa repleta de alimentos frescos y listos para cocinar?
– ¿Estudias cómo rebajar el recibo telefónico o de TV digital?
– ¿Estás suscrit@ a revistas o boletines online que no lees?
Parecen cosas sin importancia, pero que sumadas todas y acumuladas mes a mes podrían aumentar en 1000€ tu aporte anual a la cartera de inversión. Y 1000€ al año, durante 25 años, a un 7% de rentabilidad anual, se traduce en… 67.676,47€