Dicen que desde que se publicara por primera vez en Estados Unidos, El Monje que Vendió su Ferrari ha cambiado la vida de millones de personas. Su mensaje de inspiración y auténtico éxito en la vida ha ayudado a todo el que lo lee a elaborarse a sí mismo una guía práctica de prosperidad, fuerza de voluntad y paz interior.
No es un libro esencialmente de finanzas, pero qué duda cabe que puede servir de gran apoyo a todos esos trabajadores que viven en un mundo cargado de estrés laboral y personal, además de dar al dinero y las posesiones el verdadero valor que tienen. Y para todos aquellos que quieran la prosperidad personal y financiera, sus consejos y métodos para alcanzar la autodisciplina les guiarán hasta ver de forma clara el camino a seguir. De hecho, gracias a la energía positiva de la que ha sido capaz de recargarme, he decidido que esta entrada tenía que tener más color y luz de lo normal, desestimando el tono sepia de las fotos que suelen acompañar a las entradas de la serie 52 Libros.
A través de cada capítulo, Robin Sharma nos desvela las siete virtudes de la vida esclarecida, que son:
1. Dominar la mente.
2. Seguir el propósito.
3. Practicar el Kaizen.
4. Vivir con disciplina.
5. Respetar el propio tiempo.
6. Servir desinteresadamente a los otros.
7. Abrazar el presente.
Aunque sólo son 200 páginas, el mensaje es tan denso que sería imposible tratarlo en una sola entrada, así que guardaré fuerzas para realizar una serie exclusivamente para este magnífico libro. Hasta entonces, quédate con este breve y aparentemente absurdo relato que, aunque parezca mentira, es una de las claves para desgranar la filosofía de la obra:
Estás sentado en mitad de un espléndido y exuberante jardín. Este jardín está lleno de las flores más espectaculares que has visto nunca. El entorno es extraordinariamente tranquilo y callado. Saborea los sensuales placeres de este jardín y piensa que tienes todo el tiempo del mundo para disfrutar de este oasis.
Al mirar alrededor ves que en mitad del jardín mágico hay un imponente faro rojo de seis pisos de alto. De repente, el silencio del jardín se ve interrumpido por un chirrido fuerte cuando la puerta del faro se abre. Aparece entonces un luchador de sumo japonés que avanza indiferente hacia el centro del jardín. Está desnudo pero un alambre de color rosa cubre sus partes.
Cuando el luchador de sumo empieza a moverse por el jardín, encuentra un cronógrafo de oro que alguien olvidó muchos años atrás. Resbala y al momento cae con un golpe sordo. Queda inconsciente en el suelo, inmóvil. Cuando ya parece que ha exhalado su último aliento el luchador despierta, quién sabe si movido por la fragancia de unas rosas amarillas que florecen cerca de allí. Con nuevas energías, el luchador se pone rápidamente en pie y mira intuitivamente hacia su izquierda. Lo que ve le sorprende mucho.
A través de las matas que hay al borde mismo del jardín observa un largo y serpenteante camino cubierto por millones de hermosos diamantes. Algo impulsa al luchador a tomar esa senda y, dicho sea en su honor, así lo hace. Ese camino le lleva por la senda de la alegría perdurable y la felicidad eterna.
Extraño relato. Pero te diré que nunca subestimes el poder de la sencillez. Puede que no sea una historia coherente y sofisticada, pero contiene un mundo de significado. Poco a poco iré desgranando su mensaje.
Puntuación de: El Monje que Vendió su Ferrari:
Sencillo: 9
Adictivo: 8
Práctico: 7
Mi puntuación global: 7,5
Recomendable: Sí, sin duda.
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